Un loft para dos

Primera parte.

– ¿Era tu novia?

– Si – me mira con el pincel en la mano, ya olvidado. Siempre una extensión de su cuerpo. No soy capaz de recordar un solo momento en el que no tenga colores en su cuerpo o su ropa. 

– Tienes que parar esto – me aparto de él y busco mis cosas por la habitación desordenada.

– No puedo – me agarra del brazo manchandome de pintura blanca. Sus ojos me ruegan que me quede, mi corazón me pide que huya.

– Sabes que yo no valgo para esto – acaricia mi cara apartando una mancha del desastre que hemos hecho. – No debí venir – digo mas para mi misma.

– No te vayas – pasea por mi piel rozando cada rincón desnudo. – No seas cobarde y reconoce que me quieres. Siempre hemos sido nosotros.

– Por eso no eres capaz de desprenderte de este loft – apoyo mi frente en su pecho y me dejo abrazar. Traidora. Masoquista

– Por eso y porque aqui, tu y yo fuimos – alzo la cara y le beso. ¿Qué otra cosa puedo hacer?

Segunda parte.

– Mi madre me ha echado – entro en el piso cargada con las pocas pertenencias que mi progenitora me ha dejado coger – ¿Te puedes creer que ha cambido la cerradura de SU piso de soltera? Ni siquiera me ha avisado – me mira con una sonrisa en la cara que me revienta por dentro de una forma muy erótica. 

– ¿Por qué ha hecho eso? – me sigue con la mirada mientras arrastro la maleta hacia las escaleras que llevan a la planta de arriba donde está la cama.

– Según ella debo madurar y aclararme ls ideas – bufo y pongo los ojos en blanco. Todo a la vez.

– Puede que tenga razón – se apoya en la encimera y entonces me dentengo un nanosegundo para observarlo bien.

Que bueno está el cabrón. Ya sé que me llamo la atención de él. Es esa postura que siempre pone como que la cosa no tiene nada que ver con él. Siempre en su mundo. Es esa mirada que te lanza con la cabeza gacha mientras se dibuja una sonrisa perfecta con el pensamiento de que hará contigo todo lo que quiera y…se dejará hacer.

– Tienes que irte – aclaro mi garganta alejando esos pensamientos pecaminosos, pero muy ricos.

Me mira sin comprender cruzándose de brazos. De nuevo todo él lleno de pintura.

– Llevo viniendo al loft los dos ultimos años para pintar. No me voy a ir solo porque tu ahora quieras vivir aquí – parece más indignado que cabreado.

– No quiero. Me obligan – también me cruzo de brazos iniciando una lucha de miradas que como siga así acabará sin ropa y con arrepentimientos después.

– Pues lo siento. Pero es él único lugar que me inspira. Así que te jodes y me aguantas – se marcha hacia el rincón mas soleado del salón donde tiene todo el material desperdigado -. Suelo venir sobre las ocho de la mañana – dice como si nada – sé que no te gusta madrugar -. Le veo coger un pincel y continuar con el trabajo que ha interrumpido mi llegada.

– ¡No creo que a tu novia le haga mucha gracia que te estés viendo con tu ex! – grito fuerte y claro subiendo como puedo mi maldito equipaje por la madita escalera hasta el madito cuarto que me despiertan tantos recuerdos que me empeño en chafar a base de todos los defectos que él tiene. No lo consigo. 

Menudos meses me esperan.

Tercera parte del ¿relato?

– Esto… ¿Te conozco? – no quiero hacer caso a la voz que me dice qué ya sé quién es este tío porque me destrozara mas de lo que ya estoy. Me quedo clavado en la puerta con el desayuno que he traído para los dos sin dejar de observar al chaval llevando solo vaqueros con… ¿No puede ser? ¡Esta usando mi taza favorita!

– Deja eso ahí, por favor – quiero sonar educado pero salen gruñidos de mi boca.

El chico me mira sin comprender hasta que la tercera en discordia hace acto de presencia.

– ¡Ups! – para colmo lleva una de mis jodidas camisetas y me la imagino desnuda debajo y lo que, por supuesto ha pasado entre estos dos.

Me doy la vuelta dando un portazo cargando con el pu.to pastel y su té favorito.

– Dime qué no era tu ex – le miro mordiendome una uña y sintiéndome un poco mal, apenas. ¡Joder!

– Vete. El show ha terminado – le lanzo sus cosas que agarra al vuelo y lo empujo hacia la salida. No para de quejarse y de repetir que quiere volver a verme -. Ni en tus sueños – le cierro la puerta y me apoyo en ella dejandome caer.

Miro a mi alrededor y veo el desastre que hicimos la noche anterior.

Sé que volverá hoy y querrá una explicación que no pienso darle.

– Al menos ya no huele a lo que hayáis echo – me asomo por la escalera y lo veo decaído.

– No tengo que decirte nada – me doy la vuelta para entrar al baño cuando escucho sus pasos subir.

– ¡¿En serio!? – me gira para quedar de frente y le tiro la toalla a la cara.

– Si – nos desafiamos y reconocemos en el otro a alguien peligroso -. Tu si puedes tirarte a tu novia cuando quieras pero yo…

– No estoy con ella de esa manera desde hace mucho – da un paso y retrocedo. Apoya sus manos en mi cintura para que no me aleje más.

– No, no – quiero alejarme pero no puedo -. No nos hagamos mas daño – pero le miro a los ojos y cometo el error mas grande de mi vida. Otra vez.

– Te lo explicaré todo – y junta nuestros labios sellando de nuevo esto tan raro que tenemos él y yo.

Espero que os haya llamado la atención y os guste.

Nos leemos.

Deja un comentario